“Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto”. Mateo 9:20.
La obra de Jesús a nuestro favor es tan trascendental que debemos enfocarnos en recibir todos los lineamientos para alcanzar la plenitud de lo que fue conquistado a nuestro favor.
La sanidad es un proceso, la enfermedad es ajena al cuerpo, a la mente. Isaías dijo “En sus llagas somos nosotros curados”, las llagas del flagelo en la pasión de Jesús, provee nuestra sanidad.
La demanda de la unción significa “Una búsqueda o ser buscado”, proseguir a pesar de los obstáculos para llegar donde está la unción y esperar que caiga sobre uno.
La mujer con el flujo de sangre demandó la operación de la unción sanadora y recibió su milagro. Su expectativa era que una vez que se abriera paso entre la multitud, se abriera paso a través de años de tratamientos fallidos y se abriera paso en medio del estigma de ser inmunda, sería sanada. Con demasiada frecuencia el pueblo de Dios no recibe milagros y sanidad porque no demanda la operación de la unción. No prosiguen porque no esperan que suceda algo milagroso.
Un milagro es una intervención sobrenatural de Dios en una persona. “Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba”. Lucas 4:40.
Oramos: No me importa si mi mamá, mi abuela o mi bisabuela tuvieron esta enfermedad, la maldición se termina aquí. La rompo en el nombre de Jesús, amén.
En el lugar secreto está disponible la unción, cuando hay unción hay voz de Dios, hoy puedes darte una oportunidad a cambiar la vida, con Jesús es posible.