“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” Génesis. 1:1.
La realidad nos enseña que nuestra vida sin el Señor Jesucristo experimenta caos y confusión, además de un vacío existencial constante que la persona procura llenar con muchos elementos y cosas, que en realidad son vanas y producen un logro temporal, hablamos de cosas como las drogas, el alcohol, o diversidad de idolatría, ocultismo.
En otras ocasiones puede suceder que siendo ya hijos de Dios se vive en confusión, miedo, o no hay claridad ante el futuro y surgen entonces muchas preguntas.
Ante todas estas cosas será en Dios donde hallaremos la respuesta, cuando entramos en su presencia el panorama cambia, pues logramos ver como él ve. Recibimos del Espíritu Santo la dirección para restaurar y avanzar en nuestra vida.
Debemos tener presente: Sí Dios creó el universo entero, lo visible e invisible, entonces tiene el poder para restaurar y transformar nuestra vida. Vemos así que el gran poder de nuestro Dios es evidente a través de toda la creación, también su poder es evidente a través de su victoria continua sobre el reino de las tinieblas, pero es sin duda su amor la mayor virtud, precisamente por amor envió a su Hijo Jesucristo, y por amor Su Hijo derramó su sangre en la cruz por nuestros pecados.
Por amor trabaja cada día en nuestro corazón y lo hará siempre. Su poder se manifiesta cada día en nuestra vida, no sólo a través de su cuidado diario, sino por su obra transformadora mediante su Espíritu Santo y su palabra.
Oramos: Gracias Señor por todo lo que puedo alcanzar por tu gracia, por fijarte en mí, darme el aire para vivir y al agua para sustentar mi vida, tu Espíritu para vivificarme, la provisión diaria. En el nombre de Jesús, amén.
Cada uno de tus semejantes, ha sido creado al igual que tú, aunque no tengan en cuenta a Dios, no significa que no está presente. Agradece al Creador que puedes ser parte de los hombres y mujeres de fe, porque esto sí que es un milagro entre millones.
