“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mateo 4:17.
¿Cuántas veces hemos oído hablar del reino de los cielos en la tierra? Es precisamente eso lo que vino a establecer Jesús, un reino espiritual en los corazones de los hombres.
Muchos de nosotros decimos estar dentro el reino y ser siervos de Dios, estamos convencidos de obedecer sus preceptos en cada área de nuestras vidas y de tenerlo a Él como nuestro Señor y Salvador. Pero a la hora de ver la vida como Dios la ve, y de ser representantes del reino ante quienes nos rodean, muchas veces, no estamos a la altura y por ende, erramos al blanco.
Entonces, ¿Cómo hacer para tener la perspectiva correcta? ¿Y cómo representar eficientemente a Dios y a su reino? ¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable.
Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos.
Oramos: Padre Santo, Rey y Señor de nuestras vidas, nos entregamos hoy a tí. Te suplicamos que nos ayudes a ver la vida como tú lo haces y que nos ayudes a mantener las esperanzas y a no desanimarnos por las tormentas de nuestras vidas. Todo es tuyo Señor, nuestras vidas, nuestra energía, nuestros dones y talentos, los ponemos en tus manos para hacer tu voluntad. Te pedimos todo esto en el nombre de Jesús, amén.
No nos cansemos de trabajar en nuestra tarea, la cual es extender el reino en los corazones de quienes nos rodean y necesitan encontrar al Rey que perdona, que ama y que restaura las vidas de los pedidos.