“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia”. Jeremías 40:1.

Las deportaciones son una manera de dominar pueblos, Babilonia figura en la Biblia como la primera deportación del pueblo de Dios, era el pago del pecado o desobediencia a Dios, pero detrás de Babilonia había un espíritu que está hasta hoy, el espíritu del Anticristo.

Las deportaciones funcionan aún hoy, solamente que de manera más sutil, disimulada, el espíritu del anticristo deporta a niños, jóvenes y adultos de la casa de Dios al mundo, la estrategia es brindar “algo mejor y divertido” que es hueco y siempre lastima, no puede llenar el alma y menos dar satisfacción al espíritu del hombre.

Los deportados son enseñados en prácticas que parecen ser tan interesantes, pero resultan que delante de Dios son abominables.

El enemigo tiene sus discípulos, escuelas en las calles, aún en los colegios existen escuelas ocultistas paralelas a la enseñanza, es un sistema para deportar de la familia, para que los hijos se revelen contra los padres, sean arruinados, otros terminan muriendo a temprana edad, la vida en vez de ser una bendición es una derrota.

Cuando tengan que presentarse ante el tribunal de Cristo se darán cuenta que hicieron todo menos lo bueno.

Oramos: Señor Jesús, quiero ser como tú, alcanzar tu estatura, caminar en tu camino, tener decisión y firmeza para afrontar los cambios que necesita mi persona, amén.

Recapacita, lo que Satanás da, pronto lo quita, todo se diluye y no queda nada. Lo que viene de Dios permanece y da frutos de vida eterna, largura de días para los que honran a sus padres.

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