“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño. He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta”. Salmo 127:1.
Todo comienza con el conocimiento y la obediencia a la Palabra de Dios y no toda la responsabilidad debe girar en torno a los hijos, sino además alrededor de los padres, quienes deben darle un buen ejemplo al hijo.
Dios desafía a los padres de todo el mundo a reconsiderar el modelo “moderno” de familia, para integrar su Palabra al hogar como eje de un nuevo escenario familiar y social. Entonces surge la pregunta: ¿qué tipo de padres debemos ser para que Jehová edifique nuestra casa? Y la respuesta es: el modelo que Dios pone ante nuestros ojos es el de ser padres consagrados a Dios en obediencia a su Palabra, esos padres son instrumento a través de los cuales Dios edificará a la nueva generación que llevará libertad espiritual y transformará al mundo.
Oramos: Dios Todopoderoso y Eterno, hoy disponemos nuestra vida para que tú la transformes y la utilices. Dejamos atrás todo aquello que hasta ahora conocíamos y considerábamos de valor y lo reconocemos que sólo tu Señor tienes el poder para salvar y bendecir, te suplicamos que bendigas nuestra casa para que siempre habitemos en tu presencia. Para que todas las familias del mundo sean edificadas conforme a tu voluntad. En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Dios edificará nuestra casa si nosotros ponemos nuestra buena disposición para ser el medio con el que Él transforme a nuestra familia.