“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Mateo 24:35.
Vivimos en una época donde las cosas que eran malas antes ya no lo son y no porque lo dejaron de ser, sino porque nuestra cultura acomodada va haciendo de lo malo bueno y de lo bueno malo.
Otros dicen que hemos avanzado, que ya no somos tan ingenuos como antes, pero yo me pregunto: ¿Sera que ya no somos ingenuos o será que hemos perdido aquella sensibilidad espiritual que nos hacía evitar hacer el mal?
Hoy reflexionaba sobre ¿Quién decide lo que es malo o no lo es?, la realidad es que actualmente somos nosotros mismos basados en nuestras ideas los que catalogamos de malo o de bueno algo, cuando realmente quien debería determinar eso es Dios a través de su Palabra.
Y es que cuando vamos a su Palabra, a la Biblia, podemos encontrar las respuestas a todo. Si tú quieres decidir qué es lo bueno o malo según tu criterio, pues hazlo, eres libre de pensar como quieras, pero lo que piensas o dices no necesariamente es lo correcto, lo correcto es lo que la Biblia dice y si la Biblia dice que algo es malo, pues lo es independientemente de todo lo que digas, reniegues o te enojes.
¿Acaso somos más listos que Dios?, ¿Acaso somos más sabios que Él?, ¡Por favor!
Yo no soy quién para decirte que es lo bueno o que es lo malo, tampoco te puedo decir haz esto o aquello, porque posiblemente te lo diga conforme a mis ideas, pero si realmente quieres hacer las cosas correctamente, ve a la Biblia, a la Palabra de Dios y obedécela sin temor ni dudas.
No importa lo que creas tú que es bueno o malo, lo que realmente importa es lo que la Biblia nos dice sobre eso que nosotros estamos considerando hacer, practicar o respaldar.
Oramos: Dios obra en mi corazón para lograr y alcanzar todo lo que puedo hacer y dar, que mis mejores años de mi vida los invierta en ser el obrero que tú deseas, amén.
Para tener un equilibrio en la vida nunca descuides lo que dijo Jesús: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Lucas 11:23